jueves, 13 de febrero de 2014

LA POESÍA DE EDUARDO CASTRO EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Hoy ofrecemos en la sección habitual de poesía del blog de La noche en blanco de Granada, los versos del poeta Eduardo Castro.






LA POESÍA DE EDUARDO CASTRO 
EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA



Eduardo Castro (Torrenueva, Granada, 1948).

Escritor y periodista, ha trabajado en numerosos medios de comunicación, entre los que destacan las revistas ‘Posible’, ‘Ciudadano’, ‘Cuadernos para el Diálogo’ y ‘La Calle’; los periódicos ‘El País’, ‘Diario de Granada’ e ‘Ideal’; la BBC de Londres, de la que fue corresponsal de radio en Andalucía durante cinco años, y TVE, empresa pública en la que entró como corresponsal en Granada en 1983 y donde ha permanecido como redactor de plantilla por oposición desde octubre de 1985 hasta octubre de 2005, fecha de su elección por el Parlamento autonómico como miembro del Consejo Audiovisual de Andalucía.

            Es autor de varios libros de narrativa, ensayo y poesía, entre los que destacan los títulos de Muerte en Granada: la tragedia de Federico García Lorca (Madrid, 1975); La mala conciencia (Granada, 1979), novela ganadora del premio Ángel Ganivet en 1978; Tú (a Tacuara) (Málaga, 1989), poemario amoroso galardonado con el 2º premio Arcipreste de Hita en 1981; Versos para Federico (Lorca como tema poético) [Murcia, 1986; Granada, 1999]; Guía General de la Alpujarra (Granada, 1992 y 1995); El burro del Cardenal (Granada, 2003), Sábados a contracorriente (Granada, 2004), Razón de vida (Granada, 2007) y Tiempo de hablar (Ocho escritores a grabadora abierta) [Granada, 2010]. El 25 de abril de 2005 fue elegido miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada, donde desde el 8 de mayo de 2006 ostenta la medalla con la letra H. Su discurso de recepción versó sobre El vino en la literatura (Breve ensayo preliminar para una futura antología).




Venus y Adonis





“Doña Luna es una Venus
(Esfera sin sabor).”
(F.G.L.: La selva de los relojes)





La Luna es una Venus
desnuda y con cuernos.
Le cuelgan hilos tibios
de leche de sus cuernos.


El Sol es un Adonis
redondo y con rayos.
Se le escapa la vida
saltando por sus rayos.


                                               (De Razón de vida, Granada, 2007)






Plaza de Santa Marta, Sevilla

(Canción con Colores)





Verde y amarillo.
Jazmines marchitos en el suelo.
Olor verde y amarillo
De jazmines.
El alma de
Doña Inés
se asoma
tras las celosías blancas.
Santa Marta
sonríe en la noche.




Blanco y azul.
Paredes blancas que saben de amores.
Sabor blanco y azul
de balcones.
El alma de
Don Juan
gatea
por un rayo de luna verde.
Santa Marta
sonríe y se duerme.


                                                               (De Razón de vida, Granada, 2007)



Noche



                                                                       “Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
                                                                       vivo y mortal”.
                                                                       (Blas de Otero: La tierra.)
                                                                                  



Absurdo
de los absurdos:
vivir sin ganas
es como morir sin quererlo.


Por eso me gusta tanto
la noche,
porque puedo engañarme
y sentir que no vivo
viviendo en silencio,
solo en lo negro.





La Muerte que Deseo



                                                                                    oh noche, que juntaste
                                                                                    amado con amada… 
                                                                                    (San Juan de la Cruz)




Si me dieran a elegir la manera de morirme,
pediría una cama ancha y tierna
en una terraza elevada sobre el mar.
Allí me tumbaría cómoda, serenamente,
y leería mi poema preferido de Neruda
mientras llegaqba la noche y una enorme
luna rojiza se adueñaba del horizonte.
Te llamaría entonces, te haría sentar
a mi lado y besaría suavemente tus labios,
tu nariz, tus mejillas, tus ojos, los lóbulos
de tus orejas, tu cuello, tus hombros, tus senos,
tu vientre, tu sexo, uno a uno todos tus dedos...
y moriría suave, dulcemente, pronunciando tu nombre,
completamente reconfortado ya con tu caluroso amor.

                                                           (De Razón de vida, Granada, 2007)






El vino de Al-Mutamid






Por más que recorro Sevilla,
no encuentro ya palmeras que te dieran sombra,
naranjos que surtieran tu mesa.
Las aguas que te acompañaron río abajo
se perdieron para siempre en el mar
cuando cruzabas el estrecho camino del destierro.
Ni siquiera el azahar que perfuma el aire a mi paso
es ya el mismo que alegrara tus noches de primavera.
Deambulo incansable desde hace años por la ciudad que amaste
sin hallar en sus calles más rastro de tu recuerdo
que algunos versos rescatados por mi memoria
entre los muchos que le dedicaste y aún permanecen aquí
suspendidos en el aire. Con ellos consuelo
la frustración de tu perdido legado.
Brindaré, pues, una vez más
en honor de tu poesía dionisíaca.
Beberé hoy este vino como si fuera el mismo que tú bebías.
Así, al posar la copa sobre mis labios
pensaré en la hermosa boca de la amada
para libar, como tú, el divino licor de su saliva.
Y, embriagado por fin con el sagrado fruto de la uva,
recitaré una vez más aquel poema tuyo que, viejo y cansado,
tragándote las lágrimas para no dar gusto a tus guardianes,
cantabas de noche en la oscuridad de tu celda
cuando no esperabas de la vida en el exilio
más recompensa que una muerte redentora…



                                                                        Sevilla, marzo de 2013.

                                                                                              (Inédito)


Eduardo Castro





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