viernes, 29 de noviembre de 2013

LOS VERSOS DE ROSARIO TRONCOSO GONZÁLEZ PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Para nuestra sección habitual de poesía del blog de La noche en blanco de Granada, traemos hoy a la poeta gaditana Rosario Troncoso González, en la ofrecemos una muestra de su quehacer poética y una semblanza breve de su actividad literaria.





LOS VERSOS DE ROSARIO TRONCOSO GONZÁLEZ

 PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA




Rosario Troncoso González (Cádiz, 1978). Licenciada en Humanidades (Universidad de Cádiz). Máster en Periodismo (Universidad de Sevilla). Experta Universitaria en Gestión Cultural (Universidad de Cádiz)
Profesora de Enseñanza Secundaria y Bachillerato de Lengua Castellana y Literatura. Poeta y escritora.
Editora en Dos Mil Locos Editores. Directora de la Revista Literaria y Cultural “El Ático de los Gatos”.
Colaboradora habitual en El Independiente y Cadiz Noticias. Ha escrito los siguientes libros de poemas
 “Huir de los Domingos” (Editorial Padilla, 2006)  “Delirios y Mareas” (Publicaciones del Sur, 2008), cuya segunda edición ha sido subvencionada por la Junta de Andalucía en 2009. "Juguetes de Dios" (CVA Ediciones, primera edición en 2009; segunda edición en 2010). Su cuarto libro de poemas.  “El Eje Imaginario” (Ediciones en Huida). Primera edición en abril de 2012. Segunda edición octubre 2012.
“Yo no soy Dorothy, ni este es el Reino de Oz” (CVA Ediciones, 2012) es, por ahora, su última incursión en la poesía. Ha siso incluida en numerosas antoilogías poéticas.  Próximamente verá la luz el primer libro de relatos. 




ROUGE







Rojo, salvaje, rojo.
Labios que hierven. Sangre de la Luna.
Macerado deseo. Fragante y rojo.

Guardaba yo tus días amarillos
de arenas amarillas
aquel verano infinito y fugaz,
y diez huellas blancas de antigua sal
sobre tu cuerpo celeste.
Y lágrimas de estatua.

Boca cítrica, vértigo naranja.
Sed de amor de agua.
De pronto, un desierto íntimo.
Y todo el mar posible,
en mi pecho oscuro, verde, nocturno.

Tormentas grises, pájaros que huyen
Debajo de los párpados.
Azul de muerte y olvido transparente.
Roja herida, roja,
frágil y roja.




BACANAL




Selene voraz, cíclica.
Bruja azul y nocturna,
dormida entre los pliegues
salobres del deseo.

Luna redonda, lúbrica.
Mujer-pez, espuma húmeda,
anegada de mar,
De par en par abierta,
germinan sus orillas.



LA LITURGIA DE AMARNOS






En la orilla del deseo nos mojamos
Los pies a medianoche.
Tú, yo, ávidos de mar,
Invocamos a brujas y veranos
Sobre la arena nocturna y caliente,
Aún con restos de sol.

Teníamos fe en extaños presagios.
Y detrás de la luna del solsticio,
Celebramos la liturgia de amarnos.

Soñamos muchas cosas.
Soñamos el amor
Y el amor también nos soñó a nosotros.

Y fue entonces que nos acostumbramos
embebidos de la extraña melaza
que recubre y oculta el vicio absoluto,
a tocar el dintel del paraíso.




(De El Eje Imaginario, EEH, Sevilla 2012)


Rosario Troncoso González





jueves, 28 de noviembre de 2013

LA POESÍA DE MANUEL ADRIAN LÓPEZ PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA


Traemos a las páginas del blog de La noche en blanco de Granada al poeta cubano Manuel Adrián López (Manny), de quien ofrecemos una muestra de su cosecha poética y una breve reseña bibliográfica.




LA POESÍA DE MANUEL ADRIAN LÓPEZ 
PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA






Manuel Adrián López (Manny) Nació en Morón, Cuba en 1969. En 1980, llegó a los Estados Unidos con su familia. Creció entre California y La Florida. Poeta bilingüe, y escritor. Su poesía ha sido publicada por revistas como Arique, Baquiana, Contratiempo, La Peregrina Magazine, LaFanzine, Linden Lane, Revista Literaria Ombligo y Ventana Abierta. Su primer libro de poesía, Yo, el arquero aquel, fue publicado en el 2011, por Editorial Velámenes. En julio del 2012, se publicó digitalmente por TheWriteDeal un libro de cuentos cortos en inglés, titulado Room at the Top, y en junio de este año fue impreso por Eriginal Books. Su próximo poemario, “Los poetas nunca pecan demasiado”, será publicado a finales de este verano por Editorial Betania.


                                
DES-ARMADOS 




En esta casa que vibra con las notas de una cantante desconocida
hemos enterrado en el patio todos nuestros cuchillos.
Partimos el pan y las frutas con manos expertas
sustituimos la carne por manjares que no resulten dolorosos
y sorbos de aire puro antes de que salga el sol.
Ya no cortamos las flores del jardín
para depositarlas en recipientes fríos
no dejamos a la gata encerrada en la cocina
ahora corre libremente
y tumba todo a su paso.
Nosotros los que un día creímos que las guerras se ganaban con armas
somos transeúntes invisibles en esta ciudad que mata.


(Poema que pertenece al libro, Los poetas nunca pecan demasiado, publicado por Editorial Betania)



EJERCICIOS






Fue difícil el ejercicio de ir tachando nombres
con un marcador de punta gruesa
uno tras otro fueron vistiéndose de negro
terminando en el cesto de la basura
junto con los desechos del salmón afrodisíaco
esa receta encontrada en un libro de una novelista
que juraba enloquecer a cualquiera a través de sus guisos.
Supe que no era portador de habilidades semejantes
incluso recordé las veces que intenté freír un huevo
o colar un café con resultados catastróficos.
Pero todavía creía que podía armonizar personas entre sí.
Me quedaba una pizca de dulzura
y un porcentaje de buena voluntad
aunque la matemática tampoco había sido mi fuerte
los números terminaron siendo cifras en rojo
borrones en este capítulo todavía inconcluso.



(Poema que pertenece al libro, Los poetas nunca pecan demasiado, publicado por Editorial Betania)



LA ESPERA Y EL DESPUÉS



He estado más de doce meses
acostumbrándome a la idea que morías
me he fabricado una coraza de mármol.
Cada lunes
nuevas ilusiones
tratamientos milagrosos
pociones chinas
un amor que vendría a salvarte.
Agoté todos los versos
imagen tras imagen
de tiempos mejores.
Tengo
llevo tatuada
una sonrisa a medias.
Un mes después llego el día
en que saliste con espada en mano
a defenderme una vez más.
Confieso que no me recupero
llevo un velo de tristeza perenne
nudos en el pecho
dedos que no logran entender
que no puedan discar tu número.
Imposible borrarte…
en cuatro años has ocupado
pedazos partes momentos
que nadie logra habitarlos.
Vuela alto
mándame una señal
quiero saber que has llegado
al jardín de tus sueños.


(Poema que pertenece al libro, Los poetas nunca pecan demasiado, publicado por Editorial Betania)



Manuel Adrián López (Cuba)




lunes, 25 de noviembre de 2013

LOS VERSOS DE FRANCISCO JAVIER IRAZOKI EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Traemos en esta ocasión para el blog de La noche en blanco de Granada los versos del poeta navarro Francisco Javier Irazoki en su sección dedicada a la poesía.






 LOS VERSOS DE FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
 EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA






   
    El poeta Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 21 de octubre de 1954) fue periodista musical en Madrid. Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.
    Sus primeros poemarios editados fueron Árgoma (Estella, 1980) y Cielos segados (Universidad del País Vasco; Leioa, 1992), que incluía los tres volúmenes de versos escritos hasta esa fecha: Árgoma (1976-1980), Desiertos para Hades (1982-1988) y La miniatura infinita (1989-1990). Más tarde, Notas del camino (Javier Arbilla Editor; Pamplona, 2002, con fotografías de Antonio Arenal), el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes (Hiperión; Madrid, 2006), La nota rota (Hiperión; Madrid, 2009), cincuenta semblanzas de músicos de épocas variadas, y el libro de versos Retrato de un hilo (Hiperión; Madrid, 2013).
   Escribe su columna Radio París en El Cultural, suplemento del diario El Mundo.
  




TRES POEMAS EN PROSA DE FRANCISCO JAVIER IRAZOKI






                                                                          PALABRA DE ÁRBOL




       No conocí al que murió en el vientre de mi madre. La abuela lo recogió, dijo que era grande como un guía y lo puso en el hoyo que el padre había cavado entre las raíces de mi higuera preferida.
      Yo pasaba tardes enteras bajo el gris áspero de las hojas del árbol, esperando que naciesen los higos. Cogía al fin el fruto blando y tocaba su piel negra que después deshacía en tiras. Cada hilo era una puerta para adentrarme en mi hermano muerto y lo paladeaba al ritmo lento de un viajero antiguo. Luego rompía con los dientes las semillas menudas del interior. Ellas contenían palabras, voces que subieron por la savia de la higuera.
         Los otros niños crecieron descubriendo aventuras. Para mí, crecer fue sentir el paso del tiempo al escuchar los mensajes que un muerto me enviaba desde sus frutos.
        Alguien quiso una ceremonia devota en aquel lugar. De la cartera de mi ojo derecho saqué una lágrima inmóvil. Una lágrima petrificada que se transformó en blasfemia de fuego cuando la deposité en la escudilla situada a los pies de los ídolos.






                 
    RETRATO DE MI GUARDAESPALDAS




      De noche, con la sombra y el silencio de los habitantes de la casa, el reloj de pared renueva su libertad. Sus miembros se despiden y dispersan hasta casi el amanecer. Las ruedas dentadas descienden por los anaqueles de la biblioteca, mientras el péndulo arrastra con torpeza su movimiento uniforme y las manecillas navegan por el aire.
     Yo lo observo bien en la oscuridad, porque el daño infligido por el tiempo que mide ese reloj me ha dado las facultades de la pupila del gato. Y, confiados, los muelles se acercan al rincón donde lustro el cristal de la tapa. Cae el polvo del día, la tierra muy seca de los minutos, esa sustancia negra que depositan las horas. A medida que los rastros del tiempo desaparecen de la superficie que limpio, algunos accesorios aumentan su ligereza y energía.
       Es el momento en que cada fragmento vive de manera humana. Veo que las manecillas se aman o cabecean con sopor, y que las oscilaciones de la péndola regulan sus euforias y desánimos. Hoy a los muelles les dolerá la cabeza, a las maderas les llega el aroma punzante de los bosques, y las ruedas dentadas mueven circularmente una pregunta.  
     En cuanto aparece una fisura en el horizonte nocturno, las partes del reloj se reúnen con prontitud de animales perseguidos por la claridad. Cruzan la habitación, saltan del suelo a los muebles  y suben al sitio que deben ocupar en la pared. Encajan las piezas en el conjunto recompuesto y al principio traquetean con respiración difícil. Cuando las primeras luces bajan de la claraboya y se filtran entre los visillos, todos los mecanismos trabajan en su celda de fríos auxiliares del tiempo.
  

                
           LA NOCHE EN QUE ME DOLIERON LAS VENTANAS



     Quizá alguna comida me sentó mal anoche y me he despertado de madrugada. Me incorporo con una sensación desconocida. No encuentro las manos en la distancia habitual. Tampoco el abdomen y el mentón que deseo calmar con mis dedos huidos.
     Con el menor movimiento emito un ruido de muebles. No sé si los miembros se resquebrajan o recobran su lenguaje de árbol. La mirada busca todo lo que me pueda disminuir la inquietud, pero los objetos cercanos y los adoquines del patio están encogidos en la sombra. Distingo en la lejanía unos pocos edificios iluminados cuyos habitantes disfrutan de la indiferencia y el sosiego.
       El espejo sólo abarca las líneas de mis manos. Sobre ellas caminan unos animales que tropiezan con la harina de mi piel.
     He crecido por culpa del dolor. La casa ya no es un refugio independiente, sino que forma parte de mi cuerpo. Lo compruebo mientras me adapto al nuevo tamaño para palpar la cabellera de roble, el pecho con puertas, mis barbas de baldosas rotas.



         
         (Del libro “Los hombres intermitentes”; Hiperión, 2006)


          Francisco Javier Irazoki







jueves, 21 de noviembre de 2013

LOS VERSOS DE RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

 Traemos hoy los  poemas de René Rodriguez Soriano, poeta de Constanza, República Dominicana, para la sección de poesía de nuestro blog de La noche en blanco de Granada.






LOS VERSOS DE RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO
 PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA






René Rodríguez Soriano (Constanza, República Dominicana, 1950)  es escritor y editor. Ha recibido la distinción del Talent Seekers International Award  2009-2010. De sus libros publicados en  todos los géneros destacan: Raíces con dos comienzos y un final (1977), Todos los juegos  el juego (1986), Su nombre, Julia (1991), La radio  y otros boleros (PremioNacional de Cuento “José Ramón López”, 1997), Queda la música (2003), Sólo de vez en cuando (2005), Apunte a lápiz (2007), El mal del tiempo (Premio UCE  de Novela, 2007), Rumor de pez (Premio  UCE de Poesía, 2008) y Tientos y trotes (2011). Se radicó en Estados Unidos en 1998,  desde donde desarrolla una intensa labor  de difusión y promoción de la literatura iberoamericana a través de la Revista mediaisla. www.mediaisla.net/revista  www.rodriguesoriano.net


MUCHACHA OJOS CARBÓN



El dedo de sonrojo y pudor lleno
besando el labio lo recuerdas lo sé
el baño del colegio la furtiva fruición
de aprovechar la vista gorda
de las monjas que estaban en lo suyo
en las paredes de inocencia manchadas
tú en el significante
el significado acariciabas
cuando la felpa de los días
descoloró la pared apalabrada y tus pezones
lienzos sedientos estallaron
en las manos sin aulas de un muchacho
en un rincón de tu cuarto aprenderías
(muchos suspiros después el dedo aún
del labio a la revista luz
de la revista al labio al fuego o al jadeo)
que aquello venerado con malicia
a sobresaltos además de rico y provechoso
tenía un nombre técnico.

De Canciones rosa para una niña gris metal. Mediaisla-Juegos con lagartos. Miami. USA 2009




TÍO JENGO




Si miro hacia el profundo y amplio verde
me pierdo en la mañana mansa y húmeda;
no hago otra cosa que mirarme en su sonrisa sosegada ventana de la estancia:
franca, alta, encorvada y solidaria.
Si vuelvo tras el niño de mis pasos,
de vuelta hacia la escuela,
cruzando las rigolas de la tarde, sé
que habré de encontrarlo
y volverá a mirarme, rascándose el bolsillo.
Tal vez no vuelva nunca más la misma agua,
la que lavó mis huellas de esos días;
tal vez no vuelva nunca a ver,
perdido entre los maizales
o las enredaderas de las auyamas, su paso incierto y largo.
Del tamaño del puente, grandazas
e ilustradas, continuarán sus manos
desgranando la tierra, surco a surco.




LA VIEJA CASA



1

Era del tamaño del mundo la sala de la casa,
y como el océano, poblado por sus peces,
sus algas y sus rocas,
era el patio,
que terminaba donde pastaba el ganado
y algún potrillo perseguía las mariposas
o más allá donde bebían los arco iris.
Era de azul y rosa y olía a geranios,
hierbabuena y azucenas,
amplia, cálida y dulce
como el abrazo de mamá
cuando me dejaba o me tomaba
de la cama.

2

Tenía rosales y naranjos, peras muy dulces
y zumbadores haciendo escalas en los imaginarios
aeropuertos de las copas de los árboles;
tenía aguacates, nueces y guamas,
el patio,
todo el patio tan grande de la casa grande donde los gallos con sus lustrosas plumas
galanteaban al sol y a las gallinas.
Yo me mecía en las ondulaciones
que dejaban los patos al nadar
en la laguna. Apunte a lápiz / René Rodríguez Soriano 12

3

Sonaba como flauta dulce
el melodioso piar de polluelos y pichones.
Brotaban sinfonías de la cocina
o llegaban como ráfagas desde los tomatales las tonadas de los trabajadores.
Y en un rincón la radio, las canciones
y el retrato del abuelo.
Era tan grande y tan pequeño
ese espacio tan íntimo, del tamaño
del mundo, la sala de la casa.


Extraído de Apunte a lápiz. Ediciones Paso Bajito/ Luna rota. Constanza, RD, 2007

René Rodríguez Soriano




René Rodríguez Soriano (Rep. Dominicana – USA)

Extraído de Apunte a lápiz. Ediciones Paso Bajito/ Luna rota. Constanza, RD. 2007)



miércoles, 20 de noviembre de 2013

LA POESÍA DE JENARO TALENS PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Los versos del profesor, ensayista y poeta Jenaro Talens hoy en el blog de La noche en blanco de Granada, en su sección de Poesía, adjuntando una breve semblanza de su trayectoria profesional y literaria.




LA POESÍA DE JENARO TALENS 
PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA










Nacido en Tarifa (Cádiz) en 1946, creció y se educó en Granada, donde cursaría el bachillerato con los HH. Maristas y adonde regresaría, tras abandonar sus estudios en Ciencias Económicas y Arquitectura en la Universidad de Madrid, para licenciarse en Filosofía y Letras en 1968 y doctorarse tres años más tarde en Filología Románica bajo la dirección de Emilio Orozco Díaz. Catedrático, sucesivamente, de Literatura española, Teoría de la Literatura y Comunicación audiovisual en la Universidad de Valencia y de Literatura comparada y Estudios europeos en la de Ginebra, ha sido profesor visitante en numerosas universidades europeas y americanas (Minnesota, Montréal, California-Irvine, Buenos Aires, Aarhus, Lausanne, Technische de Berlin, etc,). Poeta, ensayista y traductor, es autor de más de 40 libros. Su poesía ha sido traducida a las principales lenguas actuales. Sus libros más recientes son Un cielo avaro de esplendor (Madrid, Salto de página, 2011), Érase una vez... (Granada, plaquette fuera de comercio, 2013) y El hombre que miraba en cielo (edición hexalingüe castellano-catalán, francés, inglés, polaco y ruso, Granada, Jizo, 2013).





CUATRO POEMAS GRANADINOS



ALVARO APARICIO, 22

Quando ‘l pensiero l’animo conduce

Se amaban. Eran jóvenes. Querían
darnos la voz que no tuvieron,
desde el umbral de un sueño, en la intemperie,
con el latido de una luz prestada
por la costumbre de vivir.
                                                       Nosotros,
a caballo de un antes y un después,
crecíamos, ajenos,
sin ver en torno ni mirar atrás,
entre un olor a hogaza recién hecha.
Nuestro pequeño mundo: aquel jardín
lleno de dalias y rosales
que la noche abonaba
con la promesa incierta de un futuro,
única flor que les pertenecía.
Fue hace ya muchos años,
y aún así.



CARMEN DE LA VICTORIA


La alondra inaugura el día y al apagarse las sombras, ebrias de noche y sinrazón, se encienden bojes, gorriones, frondas, toda esa tímida vegetación que hace del huerto al pie de la ventana un mar mudable y repentino. La torre se alza impávida en el horizonte y la mudez de su campana proyecta sobre mi cuerpo otro perfil, el tuyo. No hay aurora mejor que oír cómo respira el día que comienza entre las comisuras de tu boca.



PASEO DEL VIOLÓN

A Antonio Callejas y Marite Vivaldi

I

Los violetas y azules de la sierra te enmarcan, ciudad sola, por donde deambulo, como en una acuarela que se disolviese junto a las brasas del atardecer. Miro tu tierra roja que una vez fue la mía, cómo sus torres se encaraman sobre el horizonte, despidiendo a un otoño que no termina de morir. Una memoria ajena nos cobija, hecha de pitas y arrayanes, trazos de un devenir borroso que ya no reconoce mi incredulidad.


II

Difícil evitar las tentativas de la luz por alumbrarnos como si la muerte en que la luz consiste no estuviese ya aquí. El camino es oscuro y se bifurca. No acierto a ver el rostro de ese fantasma que se aleja, con paso lento y sin mirar atrás. La sola certidumbre es este pálpito. ¿Tu infancia? No, tu infancia es un lugar que no comparto. Sé que la fuga es ilusoria, pero cómo no comprender ese lenguaje tuyo, que me dice, libres al fin de toda servidumbre, con la sola palabra que nos funda, amor.



COMARES


¿Dónde estabas, abril? Hoy te he buscado entre los arrayanes y eras sólo un olor, la imagen de ese niño que una vez fui, jugando en tus jardines, asomado al reflejo de un agua ahora estancada. Los leones del patio (igual que aquellos mudos eunucos de piedra) ya apenas son la sombra de un corcel donde mi infancia cabalgó, ¿recuerdas?, entre bosques de estuco, sauces, surtidores. Pero incluso las ruinas me abandonan. Sólo tú, abril, resistes y perduras; tú que me ofreces, sin saber, la redundancia de la primavera.



                                                                                                                          Jenaro Talens