martes, 29 de octubre de 2013

ÁLVARO SALVADOR Y SU POESÍA EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Traemos al blog de La noche en blanco de Granada al poeta Álvaro Salvador, incluido en la antología confeccionada para la ocasión La luna en verso. Ofrecemos una breve semblanza biobibliográfica y algunos poemas para la sección de Poesía para la noche en blanco de Granada.





ÁLVARO SALVADOR Y SU POESÍA 
EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA




Foto de Pepa Merlo


Álvaro Salvador nació en Granada en 1950, ciudad en la que actualmente  trabaja como profesor de Literatura Hispanoamericana. Ha publicado ocho libros de poemas entre los que podemos destacar  Las Cortezas  del  Fruto (Madrid, l980), Tristia  (En colaboración con Luis García Montero, Melilla,1982) El agua de noviembre  (Granada, l985), La condición del personaje  (Granada, l992), el volumen antológico Suena una música ( Valencia, Pre-Textos, 1996  y Sevilla, renacimiento, 2008),  Ahora, todavía (Sevilla, Renacimiento, 2001) y La canción del Outsider (Madrid, 2009). Por estos libros ha recibido algunos premios, el último de los cuales fue el XI Premio de Poesía Generación del 27. Junto a García Montero y Javier Egea promocionó a comienzos de los ochenta la tendencia poética bautizada como otra sentimentalidad, germen de lo que más tarde se conocería como poesía de la experiencia. Su poesía ha sido incluida en numerosas antologías y traducida a varios idiomas. Ha publicado además dos novelas, algunos libros de ensayo, varias obras de teatro y un libro de aforismos, Después de la poesía (Almería, 2006).




LA SUSTANCIA DEL TIEMPO






¿Le importaría a ese muchacho que se aplica
con suma dedicación al botellón de plástico,
la desaparición de las encinas,
el cambio de las ondulantes dehesas
a desierto?
¿Le importará que la concentración de gases en la atmósfera
haya igualado en nuestro transparente aire
el calor producido hace millones de años?

¿Le importará que se deshiele el Polo, 
que suban las mareas
hasta inundar las calles y sumergir las torres
de las grandes ciudades
junto al mar?

¿Le importará que los desiertos crezcan y conquisten
poco a poco, las tierras más templadas?
¿Le importará el calor,

el insoportable calor que acaba ya con varios miles de débiles
cada verano,
el frío súbito y sorprendente de los cortos inviernos, 
las terribles riadas arrastrando viviendas,
ilusiones, pueblos enteros, gentes 
de toda condición?

¿Le importaría su devenir mutante,
su adaptación al hierro y al asfalto,
 su pérdida de alma, de pasado,
mientras bebe indolente el alcohol en el plástico
y acaricia, al descuido, el cuerpo
de la chica que sueña paraísos
junto a él, y junto a él se embriaga
con el mismo veneno?



CONTRA USURA





El viejo Ezra era un poeta, sólo un poeta, un poeta excepcional, un poeta judío, 
un poeta experimental, un poeta exótico, un poeta oriental, sólo un poeta,
un poeta estadounidense, un poeta italiano, un poeta revolucionario,
solamente un poeta, uno de los mejores poetas de su tiempo.
Il miglior fabbro  del mundo, le escribió Thomas, dedicándole su obra inmortal, Thomas Stearns, el estadounidense británico, el protestante católico,
el genio que siempre creyó en él, en su inmenso talento.

Pero al final de su vida, el viejo poeta Ezra, genial y delicadísimo,
refinado y cultísimo, comprometido con su tiempo,
fue detenido, humillado y encarcelado,

obligado a vivir en una jaula, a la vista de todos, 
como un animal.
No fueron los tiranos torturadores ni los genocidas asesinos
quienes encarcelaron al viejo Ezra como a un animal,
no fueron los salvajes enloquecidos, ni los bárbaros ignorantes

los que asaltaron su casa, confiscaron sus escritos y destruyeron sus obras, no. 
Sus propios compatriotas, los defensores de la democracia,
los paladines de los valores de Occidente fueron

(With usura hath no man a house a good stone...)

quienes lo persiguieron, lo enjaularon, lo torturaron, lo dieron por loco

(with usura

hath no man a painted paradise on his church wall...),

lo encerraron finalmente en un manicomio como a un vegetal,

Washington D.C., Santa Isabel, donde rumiara los útimos años de su vida

(with usura, sin against nature,

is thy bread ever more of stale rags,
is thy bread dry as paper...).
El viejo Ezra no creía en El Capitalismo

(with usura is no clear demarcation...)

y cometió el error de combatirlo,

el error de combatirlo con los peores aliados

(USURA IS A MURRAIN, USURA...).

El viejo y delicado Ezra, el poeta finísimo, 
il miglor fabbro, se equivocó de pleitesía,
quiso adivinar en el estiércol de su demonio 
(usura slayeth the child in the womb...)
la salvación del mundo, la salvación del arte y la belleza. 
No supo ver que los cadáveres sentados al banquete
eran cadáveres invitados por la Usura.


Medio siglo más tarde,

nuevos Mussolinis esperan en las agencias, 
escudriñando sus espejos líquidos tras los mostradores,
nuevos Mussolinis se esconden parapetados tras los montones de papel moneda, porque temen –o desean–
que los poetas rompan las puertas de los bancos: 
CONTRA USURA.



EL VEDADO






Entre lamas y encaje
se abre paso la luz
como yema de huevo.

Desde el jardín nos llegan
los ruidos de los niños,
el chapoteo del agua,

el zumbido indiscreto de las moscas.


Se oye una voz de hombre

afirmativa. Un cuerpo contra el agua.
El clic de una botella que se abre.
Un chirrido en la puerta.


Huele la habitación a venganza y pereza.

Los ojos de tu hermana se asoman al espejo. 
Con el balcón abierto hacemos el  amor.






   Alvaro Salvador

  (Del libro inédito: Fumando con mis muertos.)





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