sábado, 12 de octubre de 2013

JAVIER LOSTALÉ Y SU POESÍA PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA

Nos complace traer en esta ocasión al poeta madrileño Javier Lostalé y una muestra de su quehacer poético al blog de La noche en blanco de Granada, además de una sintética biobibliografía para acercar su trayectoria personal y literaria.







JAVIER LOSTALÉ Y SU POESÍA 
PARA LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA








 Javier Lostalé nació en  Madrid el 16 de julio de 1942. Poeta, periodista y crítico literario, durante treinta y seis años trabajó en Radio Nacional, donde dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a la promoción de la lectura, lo que le hizo merecedor del Premio Nacional de Fomento de la Lectura a través de los Medios de Comunicación. Con el también poeta Ignacio Elguero creó en  dos mil el programa de poesía “La estación azul”, del que en la actualidad sigue siendo colaborador. En cuanto a  su obra poética, su nombre apareció por primera vez en la antología Espejo del amor y de la muerte, preparada por Antonio Prieto, y es autor de siete libros : Jimmy, Jimmy; Figura en el Paseo Marítimo; La rosa inclinada; Hondo es el resplandor; La estación azul (poemas en prosa) que obtuvo el premio Francisco de Quevedo en 2003; Tormenta transparente y la antología de su obra Rosa y Tormenta.  Su poesía escrita entre 1976 y 2001 fue reunida por Calambur en 2002 bajo el título La rosa inclinada. Como antólogo preparó la Antología del mar y la noche, de Vicente Aleixandre, y Edad presente. Poesía cordobesa para el siglo XXI. Ejerce habitualmente  la crítica literaria en las revistas “Mercurio” y “Turia”.








 ATARDECER






Nunca es acabamiento el atardecer
sino ordenación del ciego crepitar humano.
Su estuario dorado lleno de venas azules
como espuma fulge en las cristaleras
tras las que se oculta el sueño
y empuja hacia formas aún no nacidas.
El atardecer no es una montaña cansada
que se despeña por un cielo mudo,
sino una joven tristeza
que destila transparencia
en la que un destemplado pájaro sucesivo se estrella
y el rocío de su sangre
tiembla un momento el paisaje
antes de ser inundado por la sombra.
Nunca es acabamiento el atardecer
pues la luz se adelgaza
hasta el manantial del silencio,
allí donde oídos de piedra
rasgan su velo de olvido con el filo de un nombre.
El atardecer dobla su cascada de oro
sobre el desnudo virgen
que reluce como una isla
y en algún lugar un pecho se turba con su reflejo.
Pero no es todavía la hora del amor
sino de la espina-violín del deseo
que coloca la sangre al borde.
Nunca es acabamiento el atardecer
porque el llanto del amante
es pozo en el que se ahoga
una imagen rota en resplandores.
No hay tumba para el atardecer.
Su horizonte de navío lento
junta la vida y la muerte
en la blanca tiniebla de lo que va a despertar.





                                        (De Hondo es el resplandor) 




Javier Lostalé







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