Hoy traemos a las
páginas de nuestro blog de La noche en blanco de Granada a la
poeta (y pintora) Rosaura Álvarez, de la que dejamos una muestra poética y una
breve reseña biobibliográfica.
LA POESÍA DE ROSAURA ÁLVAREZ
EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA
Rosaura Álvarez, nace en Granada (otoño de 1935). Es licenciada en Historia por la Universidad de Granada y en
Ciencias de la Educación. Realiza estudios de Música, Pintura y Grabado.
Exposiciones hasta 1982. En 2012 vuelve a la pintura. Ha ejercido como
profesora de Hª del Arte. Tiene
publicada obra de ensayo y poesía,
ésta ha sido traducida al
francés, inglés chino y polaco,
siendo estudiada por
especialistas en poesía de mujer
como Biruté Ciplijauskaité y Sharon Keefe Ugalde, así como por prestigiosos
profesores nacionales y extranjeros. Su obra figura en numerosas antologías. Es
premio internacional de poesía “Antonio Machado en Baeza”. Ha prologado Olvidos de Granada de JRJ. Es miembro fundador de la Academia
de Buenas Letras de Granada. Figura en
revistas extranjeras y españolas. Ha sido jurado en diversos premios de poesía
y es colaboradora con la Cátedra García Lorca de la Universidad de Granada, el
Centro Andaluz de las Letras, el
Ministerio de Cultura y el de Educación y Ciencia.
Obra poética: Hablo
y anochece (1986). De aquellos
fuegos sagrados (1988), (2ª edición
2008) Diálogo de Afrodita (en tres tiempos) (1994).El vino de las horas (1998).Intimidades. (
2001).Alrededor de la palabra (
2005) .Cármenes, Charms,
Charmes (2005).El áspid, la
manzana (2006). Alter ego (2008 ). Lumbres apagadas (2012).
HORTUS CONCLUSUS
-Homenaje a Velázquez-
Para
José Manuel Pita Andrade
Paseaba muy lento.
Su fina mano acariciaba el mirto.
Era la despedida.
Una vez más sus ojos aprehendieron
fruición de legendaria tierra.
los jardines de Lúculo,
Villa del Pincio, Villa Ricci,
al fin, la Villa Médicis,
con aquella su luz de recatado huerto,
de hermosura cercana, de humano paraíso.
Miró de nuevo los árboles entre
la tibia sombra, los cipreses viejos,
columbrando suave lontananza,
parterres con diseño arquitectónico
y, en toque clasicista,
Ariadna, las Nióbides, Mercurio...
Luego, como presagio,
su ser quedó abatido al contemplar
la loggia palladiana.
Y semejante al moribundo
que en momentos fugaces vive pleno
su existir, Diego Rodríguez de Silva
recordó delirante su Sevilla opulenta,
la corte de Madrid, Italia, Roma.
Y supo que su vida, como aguja imantada,
ponía rumbo a Roma;
que todo lo vivido,
lo por vivir, no fueron, no serían,
sino exordio y epílogo
de aquel su único aspirar:
sazón de todo arte,
libertad, el amor.
El monarca católico, insistente,
pedía su regreso.
Rey culto, amigo fiel,
conocía el hondón de su pintor de cámara.
No bastaban los lienzos
ni los vaciados remitidos.
Y tuvo miedo, un miedo razonable,
pues sabía no ser la flema
la que sus pasos distanciaba,
sino el pulso vasto de Roma
tan ajustado a su latir.
Conocía el pintor
dones del alma regia.
Recordaba, en las noches,
sus charlas junto al fuego, los paseos
matinales, la íntima palabra,
la palabra jugosa, honda, real
defensa ante mediocres,
rüines palaciegos...
En su lealtad sabía
que España era su destino.
Italia, un sueño hermoso.
Desde el jardín miró
nostálgico la cúpula
de San Pedro, Roma esplendente.
Pausado atravesó la loggia
bajo serena luz de su serliana.
Fuera esperaban carruajes.
Dio la espalda a la Villa.
Casi dentro de sí, bajo su brazo,
dos pequeños paisajes de aquel cerrado huerto.
En la mano, el corazón roto.
(De Alter ego)
Rosaura Álvarez
Gracias, amigo, por seguir regalándonos lo mejor del evento granadino, que ha hecho historia. Un abrazo y que sigas sembrando.
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