Traemos al blog de La noche en blanco de Granada al poeta Álvaro Salvador, incluido en la antología confeccionada para la ocasión La luna en verso. Ofrecemos una breve semblanza biobibliográfica y algunos poemas para la sección de Poesía para la noche en blanco de Granada.
ÁLVARO SALVADOR Y SU POESÍA
EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA
Foto de Pepa Merlo |
Álvaro Salvador nació en Granada en 1950, ciudad en la que actualmente trabaja como profesor de Literatura
Hispanoamericana. Ha publicado ocho libros de poemas entre los que podemos
destacar Las Cortezas
del Fruto (Madrid, l980), Tristia (En colaboración con Luis García Montero,
Melilla,1982) El agua de noviembre (Granada, l985), La condición del personaje (Granada,
l992), el volumen antológico Suena una
música ( Valencia, Pre-Textos, 1996
y Sevilla, renacimiento, 2008), Ahora, todavía (Sevilla, Renacimiento,
2001) y La canción del Outsider (Madrid,
2009). Por estos libros ha recibido algunos premios, el último de los cuales
fue el XI Premio de Poesía Generación del 27. Junto a García Montero y Javier
Egea promocionó a comienzos de los ochenta la tendencia poética bautizada como otra sentimentalidad, germen de lo que
más tarde se conocería como poesía de la
experiencia. Su poesía ha sido incluida en numerosas antologías y traducida
a varios idiomas. Ha publicado además dos novelas, algunos libros de ensayo,
varias obras de teatro y un libro de aforismos, Después de la poesía (Almería, 2006).
LA SUSTANCIA DEL TIEMPO
¿Le importaría
a ese muchacho que se aplica
con
suma dedicación al botellón de plástico,
la desaparición de las encinas,
el cambio de las ondulantes dehesas
a desierto?
¿Le importará
que la concentración de gases en la atmósfera
haya igualado en nuestro transparente aire
el calor producido hace millones de años?
¿Le importará
que se deshiele el Polo,
que suban las mareas
hasta inundar las calles y sumergir las torres
de las grandes
ciudades
junto al mar?
¿Le importará
que los desiertos crezcan y conquisten
poco a poco, las tierras más templadas?
¿Le importará
el calor,
el insoportable calor que acaba ya con varios miles de débiles
cada verano,
el frío súbito y sorprendente de los cortos inviernos,
las terribles riadas arrastrando viviendas,
ilusiones, pueblos enteros, gentes
de toda condición?
¿Le importaría
su devenir mutante,
su adaptación al hierro y al asfalto,
su pérdida de alma, de pasado,
su pérdida de alma, de pasado,
mientras bebe indolente el alcohol en el plástico
y acaricia, al descuido, el cuerpo
de la chica que sueña paraísos
junto a él, y junto a él se embriaga
con el mismo veneno?
CONTRA USURA
El viejo Ezra era un poeta, sólo un poeta, un poeta excepcional, un poeta judío,
un poeta experimental, un poeta exótico, un poeta oriental, sólo un poeta,
un poeta estadounidense, un poeta italiano,
un poeta revolucionario,
solamente un poeta, uno de los mejores poetas de su tiempo.
Il miglior fabbro
del mundo, le escribió
Thomas, dedicándole su obra inmortal,
Thomas Stearns, el estadounidense británico, el protestante católico,
el genio que siempre creyó en él, en su inmenso talento.
Pero al final de su vida, el viejo poeta Ezra, genial y delicadísimo,
refinado y cultísimo, comprometido con su tiempo,
fue detenido, humillado
y encarcelado,
obligado a vivir en una jaula, a la vista de todos,
como
un animal.
No fueron los tiranos torturadores ni los genocidas
asesinos
quienes encarcelaron al viejo Ezra como a un animal,
no fueron los salvajes enloquecidos, ni los bárbaros
ignorantes
los que asaltaron su casa, confiscaron sus escritos y destruyeron sus obras, no.
Sus propios compatriotas, los defensores de la democracia,
los paladines de los valores
de Occidente fueron
(With usura hath no man a house a good stone...)
quienes lo persiguieron, lo enjaularon, lo torturaron, lo dieron por loco
(with usura
hath no man a painted paradise
on his church wall...),
lo encerraron finalmente en un manicomio
como a un vegetal,
Washington D.C., Santa Isabel, donde rumiara
los útimos años de su vida
(with usura, sin against
nature,
is thy bread ever more of stale rags,
is thy bread dry as paper...).
El
viejo Ezra no creía en El Capitalismo
(with usura is no clear demarcation...)
y
cometió el error de combatirlo,
el
error de combatirlo
con los peores aliados
(USURA IS A MURRAIN,
USURA...).
El
viejo y delicado Ezra, el poeta finísimo,
il miglor fabbro, se equivocó de pleitesía,
quiso adivinar en el estiércol de su demonio
(usura slayeth the child in the womb...)
la
salvación del mundo, la salvación
del arte y la belleza.
No supo ver que los cadáveres sentados al banquete
eran cadáveres invitados por la Usura.
Medio siglo más tarde,
nuevos Mussolinis esperan en las agencias,
escudriñando sus espejos
líquidos tras los mostradores,
nuevos Mussolinis se esconden
parapetados tras los montones de papel moneda, porque temen –o desean–
que
los poetas rompan las puertas
de los bancos:
CONTRA USURA.
EL VEDADO
Entre lamas y encaje
se abre paso la luz
como yema de huevo.
Desde el jardín nos llegan
los
ruidos de los niños,
el
chapoteo del agua,
el
zumbido indiscreto de las moscas.
Se
oye una voz de hombre
afirmativa. Un cuerpo contra el agua.
El clic de una botella que se abre.
Un
chirrido en la puerta.
Huele la habitación a venganza y pereza.
Los
ojos de tu hermana se asoman al espejo.
Con
el balcón abierto hacemos el amor.
Alvaro Salvador
(Del libro inédito: Fumando con mis muertos.)
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